Jean Delville: Arte y ocultismo
Jean Delville es uno de los principales artistas vinculados a la corriente simbolista de finales del siglo XIX. Nació en 1867 en Lovaina y desde muy joven destacó en el dibujo y la pintura. Por sus inquietudes artísticas y filosóficas, se vio muy influenciado por las corrientes ocultistas que tuvieron su auge en el continente europeo durante la segunda mitad del siglo XIX. Fue uno de los pintores más jóvenes de la corriente simbolista, por lo que en su madurez, debido a su búsqueda del ideal en el arte y el pensamiento, su obra pictórica y literaria quedó eclipsada por las vanguardias. Vivió hasta los ochenta y ocho años de edad sin cesar en sus actividades de pintor, ensayista y ocultista. En este boletín nos vamos a centrar en su época de juventud, donde se fraguaron sus vinculaciones ocultistas debido a la influencia de personajes como Joséphin Péladan, Edouard Schouré, Richard Wagner o H. P. Blavatsky.
Primeras influencias
Podríamos decir que Jean Delville fue un niño prodigio. Destacó desde muy pequeño en el arte del dibujo y a la edad de veinte años participó por primera vez en una exposición a través de una sociedad artística llamada L’Essor. Esos primeros trabajos estaban vinculados al realismo social, un movimiento que denunciaba las penurias de la clase obrera. En este contexto, Delville descubrió una de sus primeras e importantes influencias: la obra poética y literaria de Charles Baudelaire. Realizó un frontispicio para las obras de este autor y una obra inspirada en Les Épaves, un poemario de su compatriota Félicien Rops.
El pintor descubrió que su verdadera vocación era la búsqueda del ideal a través del pensamiento y el arte. Es por esta razón que pronto encontró algunos elementos para dar salida a su idealismo a través de las corrientes ocultistas. En este sentido, una segunda influencia para Delville fue la obra de Richard Wagner, uno de los iconos admirados por la corriente simbolista. Tristán e Isolda primero y, sobre todo, Parsifal después, influyeron en sus convicciones. Pero la manera en que Delville accedió al pensamiento de Wagner fue a través de Le drame musicale, texto del ocultista Edouard Schuré, primer referente esotérico en la obra de nuestro artista. Schuré hizo una singular interpretación de Parsifal, como si la obra encerrara en sí un proceso de iniciación. Las tres partes de la ópera se corresponderían con la preparación, la prueba y la iluminación. Tal fue el impacto en Delville que dedicaría dos lienzos y un dibujo al personaje de Parsifal. La influencia de Schuré en el pintor continuó con la obra cumbre del ocultista, Los grandes iniciados, que sigue publicándose hoy día y fue uno de los libros de cabecera de Delville.
El influjo del andrógino de Joséphin Péladan
Jean Delville estuvo en París en 1887 y allí conoció a otro gran ocultista: Joséphin Péladan. Este se consideraba descendiente de los magos de la antigua Asiria y se autoproclamó sâr, título utilizado por la realeza de ese país. Péladan fundó la Orden de la Rosa Cruz del Temple y del Grial, y se dedicó a la escritura de ensayos y crítica artística dentro de una perspectiva esotérica. De hecho, su pensamiento tenía un fuerte componente estético, y quizá por ello Delville se viera atraído por sus ideas. Péladan organizó en París una serie de exposiciones anuales que se llamaron salones de la Rosa Cruz, y que estuvieron vigentes entre los años 1892 y 1897. Nuestro artista participó entre los años 1892 y 1895. Uno de los ensayos de Péladan, El andrógino, tuvo una influencia directa en la concepción del ideal que Delville estaba buscando. En este punto debemos hacer referencia a dos lienzos del pintor que tienen como tema principal la androginia. Se trata de La escuela de Platón y El amor de las almas.
El primero de estos lienzos fue pintado por Delville en 1895 mientras disfrutaba del Prix de Rome de la academia belga. Parece razonable pensar que quisiera responder a esta beca con un cuadro de grandes proporciones y tratase de evocar un tema clásico. Este cuadro va a recoger la ideología que había cultivado, a la que él mismo denominó estética idealista.
En La escuela de Platón, Delville trazó un esquema simétrico con un Platón barbado y togado, dispuesto en el centro de la composición con seis discípulos desnudos y androginizados a cada lado. Se trata, por tanto, de un paralelismo entre Platón y sus alumnos y Cristo y sus discípulos en la última cena. Aquí tenemos esa idea neoplatónica renacentista de la elevación de Platón a la categoría divina, nada más y nada menos, como si fuera Jesucristo. Además del influjo neoplatónico de Péladan, tenemos de nuevo la influencia de los postulados de Édouard Schuré, que establecían que tanto Cristo como Platón habían sido dos de los grandes iniciados de la historia de la humanidad.
Pero volvamos al tema de la androginia. Delville trató de plasmar en el lienzo una belleza espiritual que se sublima a través de la figuración de personajes sexualmente ambiguos representantes de la perfección, arquetipo y símbolo del ideal. El viaje del lienzo de Delville es un discurrir hacia el origen: de Péladan al Renacimiento; del Renacimiento a Platón, cuyas ideas acerca de la androginia plasmadas en El banquete tienen su eco en el pintor. Sin embargo, la idea del andrógino del Banquete, con las entidades dobles anteriores a la caída, también va a ser trasladada a la pintura por Delville en un ejercicio de fusión de los cuerpos femenino y masculino en un todo. Esto se plasma en el lienzo El amor de las almas de 1900.
La tradición alquímica había representado el ser andrógino, el Rebis, como la unión de dos mitades (una femenina y otra masculina) con dos cabezas de hombre y mujer. Muy posiblemente Delville conocía estos dibujos, presentes en tratados esotéricos como el Aurora consurgens, populares en los círculos ocultistas que frecuentaba. Delville sublimaría la imagen de este arquetipo andrógino de la unión de los sexos en un lienzo con dos cuerpos desnudos de mujer y hombre, uno detrás del otro y con los brazos abiertos en una unión perfecta, arquetipo del amor platónico. Pero hay un elemento más que debemos tener en cuenta: la disposición de las dos almas en forma de cruz nos lleva de nuevo a la iconografía de Cristo.
Esta composición no es arbitraria, como no lo era tampoco en La escuela de Platón, y debemos pensar en la intencionalidad de Delville al disponer así los dos cuerpos. Puede tratarse de un doble simbolismo: primero, que el amor profundo y verdadero entre hombre y mujer lleva a la fusión de sus almas, de forma que se llegan a identificar con Cristo (idea de la reunión de los sexos en la figura del Salvador); segundo, la reunificación de ambos sexos en la figura misma de Dios, de acuerdo con toda la tradición esotérica renacentista y su controvertida revisión por los ocultistas a quienes seguía Delville (fundamentalmente Péladan).
El espiritismo
Una práctica de moda en la Europa de fin de siglo fue el espiritismo. Teniendo en cuenta la filiación ocultista de Jean Delville, no es de extrañar que se sintiese fascinado por las sesiones mediúmnicas. Tenemos una evidencia de ello en uno de sus cuadros más enigmáticos. El título no está claro; lo conocemos como La Mysteriosa o Retrato de Mme. Stuart Merrill, pero no se sabe a ciencia cierta quién es la mujer retratada en el lienzo. La pista sobre su identidad proviene de Olivier Delville, hijo del autor, en cuya biografía refiere que el poeta Stuart Merrill tenía una casa en Forest, Bélgica (localidad donde vivió Jean Delville), y que su esposa era admirada por el artista, tanto por su belleza como por su cualidad de médium.
El retrato arroja una imagen inquietante. Se trata de una joven en trance; probablemente una médium, pues tiene los ojos en blanco. Su cabello pelirrojo parece disolverse en una aureola que podría ser su cuerpo astral. Además tenemos otro elemento inquietante: la joven sostiene con sus manos un libro, cuyo título no vemos, pero que tiene dibujado un triángulo en la portada. Si atendemos a la iconografía empleada por Delville, bien podría tratarse de un símbolo del conocimiento adquirido a través de la magia, la Cábala o el hermetismo. El lienzo se ha considerado una de las obras ocultistas por antonomasia del fin de siglo decimonónico.
El ídolo de la perversidad
La última obra a la que hacemos referencia es un carboncillo titulado El ídolo de la perversidad. Se trata de una figura femenina desnuda y coronada observada desde un contrapicado, lo que aumenta la sensación de poder de este «ídolo». Desenroscándose de su cuello, una serpiente desciende alrededor de sus pechos. Todos los autores que se refieren a la obra, entre los cuales destaca Bram Dijkstra, hacen alusión a que esta figura representa a la mujer fatal. Otros pintores, como Franz von Stuck, representan el icono de la mujer y la serpiente como signo de fatalidad; de este modo encontramos representaciones de Eva, Lilith, Cleopatra, Salambó, Harmonia...; todas ellas mujeres consideradas como arquetipo de la maldad femenina en la época. Pero más allá de esta fatalidad innegable en la obra de Delville hay una connotación orientalista en el «ídolo». Esa mujer coronada bien podría representar a una deidad mesopotámica, como Ishtar o Astarté, muy comunes en el ámbito simbolista finisecular. Nuestro pintor bien pudiera haberlas hallado en lecturas teosóficas, como Isis sin velo o La doctrina secreta (ambas de Mme. Blavatsky), muy en boga en la época y de las que el artista bebería para generar su propio pensamiento.
El arte y la obra escrita de Delville están todavía por explorar en profundidad. Los esfuerzos de su nieta (Miriam Delville), exposiciones artísticas como la monográfica celebrada en 2014 en el Museo Rops de Namur (Bélgica), o textos como L'esoterisme et le symbolisme belge de Sébastien Clerbois, empiezan a ahondar en la influencia del elemento ocultista en la pintura finisecular, de la que uno de sus grandes representantes es Jean Delville. Sirva el presente artículo para reivindicar a este magnífico artista y pensador, además de al estudio de la relación entre arte y ocultismo.
Si quieres saber más...
Aquí te dejo dos referencias por si quieres adentrarte a fondo en el mundo de Jean Delville:
(PDF) Jean Delville. Art Between Nature and the Absolute | Brendan Cole - Academia.edu — www.academia.edu This book is the first full-length study of the art and writings of Jean Delville. As a member of the younger generation that emerged during the end of the nineteenth century, he was a dynamic leader of a group of avant-garde artists who sought to
(PDF) Jean Delville (1867-1953), maître de l'idéal, Paris, Somogy, 2014, 144 p. | Denis Laoureux - Academia.edu — www.academia.edu Jean Delville (1867-1953), maître de l'idéal, Paris, Somogy, 2014, 144 p.
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Así que aquí me despido hasta la semana que viene, en la que habrá un nuevo episodio del podcast.
Un abrazo,
Pedro Ortega